Vikingos: feroces guerreros del otro lado del mar

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En la cultura hispana no se sabe mucho de los vikingos, a pesar de que llegaron a nuestras costas entre el año 800 y el 1066, cuando murió uno de sus grandes reyes (Harald Hadradi) en su lucha contra el soberano inglés del momento. No se suele hablar de estas gentes que venían de más allá de los mares, tan diferente a los habitantes del sur, que se iban tan lejos de casa para saquear y conquistar… o quizá nuestros antepasados solamente los llamaban «bárbaros» o «infieles«. De eso sí sabemos bastante, por desgracia.

El caso es que estos hombres del norte eran el terror de Europa. Y durante doscientos cincuenta años, los vikingos fueron protagonistas de la historia de países como Inglaterra: tanto como saqueadores de ciudades, jefes guerreros que acosaban a la casa real sajona por dominar la isla, y finalmente como reyes ingleses.

A finales del siglo VIII Carlomagno creaba un enorme imperio en el continente, pero los vikingos parecían tener la intención de crearlo en el norte. Llamados «los ladrones del mar«, saquearon las costas y llegaron al interior de diferentes países, hasta controlar cada vez más territorios. En concreto parecían completamente obcecados en  conseguir el dominio de Inglaterra –hombre, es comprensible, debía parecerles una sauna calentita comparada con el lugar de donde venían-, cuyas fuerzas empezaban a marchitarse por la división de los siete reinos que la componían.

En 787, tal como cuenta la Crónica Anglosajona, se avistaron tres extrañas naves en la costa de Wessex. A los pobres hombres que se quedaron para ver qué salía de esos barcos con cabeza de dragón (drakkar) no les fue demasiado bien, pues de ellas salieron guerreros que se dedicaron al pillaje y el saqueo por medio de crueles rituales. Los llamaron «wicingas» (ladrones del mar), pero una vez se montaron de nuevo en sus barcos no se les volvió a ver hasta cinco años después. Eso sí, al regresar Inglaterra se enfrentó a un infierno, pues desembarcaron en la costa de Northumbria, Jarrow y diversos pueblos. Esta vez habían llegado para quedarse: en torno a los años 870 la mayor parte de Inglaterra al norte del río Támesis ya estaba sometida a los vikingos. Y estaban a punto de comenzar algunos de los acontecimientos más importantes de esta historia.

Procedentes de Escandinavia, los vikingos se internaron en el reino de Wessex obligando al rey Alfredo el Grande a huir a una ciénaga. La zona se cubrió de sangre, saqueos y refriegas continuas entre los invasores y los invadidos que apoyaban a su rey, que finalmente logró volver al trono y expulsar a los vikingos de sus tierras. Asegurándose de que no caería otra vez ante ellos, fundó ciudades rodeadas de murallas y fortificaciones, así como mercados para cobrar impuestos que sirvieran para crear un gran ejército. Sin embargo no hubo tal paz, puesto que los vikingos seguían controlando parte de la isla y sus capacidades de navegación hacían que las peleas entre unos y otros fueran de lo más usual. Se sucedieron varios pactos entre el pueblo procedente de Escandinavia y el rey inglés, aunque no se conseguiría una victoria real contra los invasores hasta tiempos del rey Atelstan, nieto de Alfredo el Grande.

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En 929, Otón -líder de los vikingos- se casó con Edith, hermana de Atelstan, para asegurarse de que los invasores no atacarían de nuevo a la Corona inglesa. Desde su posición privilegiada, Edith contribuyó a la estrategia política de su marido pero también siguió de cerca a su hermano, que acabó coronándose definitivamente Rey de Inglaterra. Pero tampoco es que durase mucho la estabilidad, pues con el paso de los años hubo una guerra civil que devolvió la amenaza vikinga a las costas inglesas (aunque intentaron evitarlo con sobornos de toda clase, no fue posible impedirlo).

Uno de los héroes vikingos fue Hueso de Cuervo, un noruego llamado Olaf Trygvasson apodado Cracabnbe, que consiguió dominar las rutas de navegación inglesas con una pericia inquietante y unió los diferentes pueblos vikingos bajo su mandato, reuniendo en cierta ocasión más de 90 barcos saqueando y prendiendo fuego a todo lo que se interponía en su camino. Se libró contra él una de las batallas más encarnizadas de la historia, la batalla de Maldon.

La batalla de Maldon

Trygvasson acampó al norte del estuario del Támesis, no lejos del Londres actual. Allí acudieron los sajones y le retaron a cruzar desde su campamento a su territorio en tierra firme. Frente a Hueso de Cuervo estaba el conde Britnoth, un sex symbol de la época, con una hueste de soldados. Total, que Hueso de Cuervo se envalentonó y cruzó, dejando la muerte a su paso. Los soldados ingleses, aterrorizados, huyeron y dejaron a su señor allí, pues se negaba a abandonar el lugar (vamos, que bien no terminó, se convirtió en cadáver en menos que grazna un cuervo). La derrota hizo que el rey inglés se viera obligado a pagar a Olaf un terrible tributo, que empobreció a la población. Como Hueso de Cuervo era bastante codicioso y vio que aquí tenía fácil lo de sacarse unos cuantos millones de monedas, siguió volviendo cada cierto tiempo para que le dieran oro amenazando con matarlos a todos. Era un encanto de hombre. Tanto exprimía el vikingo a Inglaterra, que la gente empezó a creer que los ataques de sus huestes eran un presagio de que el final del mundo estaba cerca, y que la espada de fuego de los jinetes del Apocalipsis era vikinga. Los vikingos, ni cortos ni perezosos, quemaron una iglesia en Oxford con todos los feligreses dentro (que habían acudido a refugiarse con la esperanza de que Dios los protegiera).

Solamente lograron calmarlos entregándole a la reina viuda como esposa al siguiente rey vikingo, Canuto el Grande -sí, así se llamaba el pobre hombre- y los descendientes de ambos se convirtieron en los reyes ingleses, poniendo el punto y final a la historia de los vikingos en Inglaterra.

LA SOCIEDAD NÓRDICA

Los hombres, rudos y altos (en tono a 1’70 metros) solían tener la piel blanca y el cabello castaño o rubio. Acostumbrados a climas intempestivos, tormentas de nieve y temperaturas muy bajas, solían presentar huesos anchos y tener gran fuerza. Su estructura familiar se basa en las «estirpes», con una gran importancia de los vínculos familiares y las relaciones personales. La poesía les apasiona tanto como una narración bien contada.

Por su parte, las mujeres medían en torno a 1’60 metros y tenían, como los hombres, una complexión fuerte y robusta. La mujer tenía un poder enorme que no se ha conocido en otras culturas: como debían pasar larguísimas temporadas solas en la tierra hostil y llena de peligros que llamaban «hogar» (por las largas temporadas de saqueo de sus maridos), eran ellas las que tenían el poder en la casa. Podían tener amantes, si las pillaban era su problema. Tenían en sus manos un arma terrible contra los hombres: podían divorciarse sin problema si alegaban que su marido era homosexual o impotente. Ambas acusaciones suponían la muerte civil del marido, por lo que más les valía tenerlas contentas.

Puedo cantar                                      mi propia historia,
hablar de mis viajes,                       y como a menudo he sufrido
tiempos de dura navegación       y días de mucho afán;
Amargas carencias                         a menudo en muchos puertos,
Y a menudo he aprendido            que difícil morada
es un barco en una tormenta,     cuando llegaba mi turno
en la ardua noche de vigía           a la proa del navío
viendo pasar los acantilados.     A menudo estuvieron mis pies
aprisionados por el hielo              en helados calzados,
Torturado por el frío,                      dominado por la angustia
Acongojado mi corazón,               anhelando una ayuda
Mi cansada mente de marino…  …Y todavía una vez más
La sangre en mi corazón                otra vez más
me empuja a intentarlo                  juegan las saladas olas;
El mar parecen montañas,            me urge nuevamente
El impulso de mi corazón              visitar lejanas tierras
A emprender un nuevo viaje,        en mares muy distantes…
Conocer a otras gentes

LOS VIKINGOS Y LOS ESPÍRITUS

Los seidr eran una especie de «chamanes«, sin ser curanderos ni sacerdotes tenían algo especial que los distinguía del resto. Tanto si podían predecir el tiempo, o afirmaban comunicarse con los muertos o con los dioses, si podían quitar el dolor de cabeza con solo una imposición de manos… Un famoso vikingo, Kveldulf, era seidr con el lobo. Se decía que el espíritu de este animal entraba en él en ocasiones: su humor se volvía más osco al caer la noche, y algunas veces salía al bosque para aullar a la luna. Cuentan las leyendas que su hijo Grim fue poseído una vez por el espíritu del lobo y destrozó la espalda al mejor amigo de su hijo. También las mujeres podían estar unidas a los espíritus y se las reverenciaba como Seidkona, haciendo profecías y conectando con el mundo de los muertos y los dioses.

LOS VIKINGOS Y LA GUERRA

Los Berserk (Ber= oso; Serk= camisa) eran guerreros que, por la ingesta de algún tipo de droga o por medios autoinducidos, entraban en un trance de furia asesina. Éstos no llevaban armadura y se creía que eran poseídos por el espíritu del oso. Eran los únicos  vikingos que podian llevar prendas de ropa hechas con la piel de este animal, ya que era indicativo de su cualidad en la guerra. Al entrar en trance echaban espumarajos de baba blanquecina por la boca, temblaban incontrolablemente, lanzaban aullidos aterradores e incluso mordían los escudos de sus enemigos con fiereza (vamos, que te encuentras uno de estos y te ponían los genitivos de corbata). En la guerra eran muy útiles, claro, pero en la paz daban muchos problemas por sus actitudes violentas, y las mujeres no querían tomarlos como esposos. Finalmente fueron erradicados por su comportamiento problemático.

CULTURA VIKINGA

Al contrario de lo que se piensa, el pueblo vikingo era muy aseado y limpio para la época. Como se recoge en un manuscrito, » …gracias a su costumbre de acicalarse el pelo todos los días, bañarse cada sabado y cambiarse de ropa regularmente, son capaces de minar la virtud de las mujeres casadas e, incluso, seducir a las hijas de nuestros nobles para transformarlas en sus queridas…». Gustaban de las ropas de tela de colores, no usaban las pieles a menos que no tuvieran otro remedio. Respecto al hecho de peinarse regularmente, cuando Harald juró que llegaría a ser rey de todos los Noruegos unificando esta nación, hizo voto de no peinarse ni cortarse el pelo hasta entonces. Durante 22 años fue llamado «el Peludo» (evidentemente por sus enemigos). Una vez cumplida la promesa su nombre cambió a Harald «el Rubio» o «el de los hermosos cabellos«. No hubiera sido muy prudente seguir llamándolo «peludo» después de conseguir la corona, ¿no?

Se ha encontrado un libro llamado El «Hávamal«, un manual de consejos que data del pueblo vikingo en el siglo X, para la convivencia en armonía, que contiene frases como:

– Cuando pases por una puerta ajena mira a diestra, mira a siniestra. ¡Quien sabe cuántos enemigos tienes en torno a la mesa!

– Cuesta trabajo visitar al mal amigo aun cuando pilla de paso. Pero es grato visitar al buen amigo aun cuando su casa está lejos.

– El hombre mísero y mal nacido hace bromas y se burla de todo. No se da cuenta de algo más obvio: sus propios defectos.

– El hombre sensato huirá de la sala si un invitado insulta a otro. Risa y sorna suelen incordiar, si hay hombres hostiles en la mesa.

– El hombre sensato no presume de sabio. Anda con tiento y con tacto. Callado y cauto acude a la aldea evitando enredos. No le falla su aliado más fiel: La cordura que le acompaña.

– Sabio en verdad es el viajero que se mueve por el mundo. El puede intuir el ánimo imperante por ser sensato y cuerdo.

 Muere el ganado, perecen los parientes y el destino del hombre es perecer, no así la fama del hombre que ha obrado bien

– Se amigo de tus amigos, devuelve regalo por regalo, sonrie donde te sonrian, y miente con disimulo

– Confía en uno, nunca en dos y si lo haces en tres lo sabrá todo el mundo

ARTE VIKINGO

Se denomina arte vikingo al desarrollado en los países nórdicos y sus áreas de influencia durante la época vikinga (siglos VIIIXII). Forma parte del estilo zoomórfico germánico, desarrollado a partir de influencias del arte romano tardío, el arte celta y motivos de los pueblos de las estepas de Asia.

Se trató principalmente de un arte aplicado, presente en objetos de la vida cotidiana, tales como herramientas, utensilios y joyas, aunque también se utilizó en piedras rúnicas y de manera tardía en iglesias. Se conservan principalmente ejemplares de este arte en metales y piedra, pero también estuvo presente en madera y tela.

(más información en http://es.wikipedia.org/wiki/Arte_vikingo)

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Recomendación: si os gustan las películas de animación, os propongo una muy curiosa llamada THE SECRET OF KELLS. Trata brevemente la expansión vikinga por Inglaterra, siendo el acontecimiento más terrible al que se enfrentan los personajes, a la vez que desarrolla una historia mágica que tiene como protagonista al pequeño Brendan. Aquí tenéis el trailer por si os apetece buscarla. Si no os importa ver las películas en su versión original, podéis disfrutarla muchísimo en inglés subtitulada. De verdad, no tiene desperdicio y es una de las películas de animación más bonitas que he visto en la vida.

Un comentario »

  1. Güenas. Muy instructivo. No tenía ni idea de estas historias. Recomendación por recomendación: hay una peli de titulo «Los vikingos», en la que actúan Tony Curtís y Kiirk Douglas, que es una pasada (de buena, se entiende). Otra cosa: en el texto sobre Marat se te ha colado un retrato de la pobre Elisabeth Siddal. Ciao ciao.

  2. Muy bueno el artículo! Y muy buenas las fotos! ¿Asi que el hombre lobo lo introdujeron los vikingos?Por supuesto que la película ‘Los Vikingos’ alimentó mis lecturas infantiles de la colección Robin Hood, mi amor a los deportes de agua, y por supuesto, amo mi kayac!

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