Richard Dadd y la maldición de Osiris

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«¿Qué cosa es la locura? Es la ilusión elevada a la segunda potencia» Decía Henry F. Amiel, el escritor suizo. Pues bien, hoy vamos a conocer a un artista de ésos que se ilusionaron demasiado: el pintor británico Richard Dadd (1817-1886).
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Este señor victoriano que paraliza con la mirada es prácticamente una celebridad en la pintura onírica, aunque no es muy conocido en España. Y es que en este nuestro país no triunfan demasiado los cuadros de haditas, duendes y elfos del bosque –a no ser que queramos ilustrar un powerpoint de frases motivadoras, en cuyo caso se presta-.  En fin, que es normal que destacase a pesar de no ser un prodigio, porque Richard Dadd estaba como una regadera.
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Nuestro loco pintor nació el 1 de agosto de 1817 en Chatham (Inglaterra), una villa del condado de Kent, en la respetada familia del boticario. Su padre, Robert Dadd, fue un distinguido químico famoso por haberse casado en dos ocasiones y haber engendrado nueve vástagos, cuatro de los cuales murieron como consecuencia de trastornos mentales de diversa índole. Todo muy terrible.
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De niño Richard Dadd empezó a mostrar talento para el dibujo, así que a los 20 años ingresó en la Royal Academy of Arts de Londres. Su carácter simpático, bondadoso y alegre le hizo destacar a ojos de sus tutores y compañeros, llegando a fundar un grupo de pintura prerrealista para investigar y plasmar temas fantásticos, sobre todo obras de Shakespeare. De esta etapa destacan sus obras «Puck» y «Titania durmiendo».
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Titania durmiendo: Richard Dadd representa un instante de Sueño de una noche de Verano (Shakespeare), donde Titania se duerme arrullada por las nanas de las hadas. Oberon, cuya figura está casi oculta entre las sombras de la cueva, prepara una poción mágica.

Pero quizá su cuadro más representativo de estos años de Academia fuera «Viene a estas arenas amarillas«, donde una espectral cabalgata de hadas baila en una playa a la luz de la luna:

artista loco richard Dadd Come unto These Yellow Sands 1842 mil historias del arte
«Venid a estas arenas amarillas y tomaos las manos; después de los saludos y los besos a las salvajes ondas, danzad alegremente aquí y allá. Dulces genios, llevad el estribillo, escuchad, escuchad.» (Shakespeare, «La tempestad»)

Hasta aquí todo era magnífico, incluso a pesar de que a Richard se le había subido un poquito el éxito a la cabeza y había empezado a obsesionarse con correr aventuras como las de los protagonistas de sus cuadros.

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Y en este punto empieza la historia. cuando el artista cumplió los 25 años, Sir Thomas Phillips (un ricachón de la zona), decidió hacer el gran viaje de su vida: el Grand Tour por Europa y Oriente Medio que estaba tan de moda. Sabiendo de las ansias de aventura del pintor y viendo la oportunidad de añadir nuevas obras a su colección de pintura, decidió llevárselo como dibujante para que le inmortalizase en lienzo los sitios que iban visitando, para fardar después ante sus colegas. Richard Dadd se apasionó con la idea, obviamente aceptó y salieron de Londres llenos de ilusión. Todo fue bien al principio. Atravesaron Grecia, Turquía, Palestina y Jerusalén, pero a Sir Thomas Pillips le apetecía continuar su viaje por el Nilo y descubrir los misterios de Egipto. ¡Y vaya si los descubrieron!

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Cierto día en El Cairo, el pintor y su mecenas se unieron a un grupo de hombres que j8EHdQc7kEpfMxkrvfMSTPkiestaban fumando opio en las famosas narguile o pipas de agua. Y se lió la cosa.

– ¡Vamos a probar, Richard! – seguro que dijo el aristócrata- ¡Vamos a probar y nos echamos unas risas!

El caso es que Richard Dadd, mientras fumaba, empezó a oír voces. Como al principio no entendía muy bien el lenguaje que oía se agarró a la pipa para fumar ininterrumpidamente durante 5 días con sus noches, a ver si entendía algo más. El asunto es que tanto opio acabó por ocasionarle trastornos en el cerebro. Resultado: empezó a charlar con el dios Osiris y a ponerse violento.  El dios egipcio, que según el mito murió desmembrado, le había hecho un encargo desde el más allá, a través del lenguaje de la pipa. Dadd tenía ahora una misión que cumplir.

En un principio pensaron que le había dado una insolación, que ya se le pasaría la tontería y se reirían de aquello. Continuaron el viaje pero el muchacho seguía erre que erre, que el dios Osiris hablaba en su oído porque le había elegido como emisario y que debía realizar una tarea sagrada. Total, que visto lo visto su jefe decidió volverse para Europa cagando leches. Eso sí, pasando antes por Italia y el Vaticano, y de paso Richard le retrataba La Santa Sede antes de ir a casa. Y si había suerte veían hasta al Papa.

.¡Pues suerte hubo! El Papa estaba en una de sus apariciones públicas cuando finalmente, en 1843, visitaron la Santa Sede. Pues a Dadd le dio el ataquito y empezó a farfullar que tenía que matar al Papa Leo XIII porque era un emisario de Seth (dios egipcio del Mal y las Tinieblas). Su compañero de viaje se cagó en los calzones, lo despidió y lo envió de regreso a Inglaterra.

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Cuando llegó a Reino Unido lo examinaron los médicos, que aconsejaron a su padre internarlo una temporadita en el manicomio, pero él se negó y se lo llevó a vivir al campo para que respirase aire fresco. Ya se sabe que los encantos de lo bucólico servían para sanar el alma, como se decía en la época. Pero no debió surtir mucho efecto porque ese mismo año Richard le pidió a su padre que le acompañase de excursión a Cobham, para poder hablar sobre sus problemas y desahogarse.

artista loco richard dadd hombre joven - 1853 - 50 x 60 cm.
Retrato de un hombre joven, 1853 (Richard Dadd)

.Después de cenar juntos en la posada, fueron a dar un paseo por el parque y aprovechando que estaba oscuro y no había nadie cerca, Richard saco un machete y lo asesinó. Después procedió a desmembrar su cuerpo -como en la mitología egipcia había hecho Seth-. Aparentemente, Osiris había vuelto a comunicarse con él y le había dicho que su padre era en realidad el diablo. También debió recomendarle que huyese inmediatamente a Francia para que no lo arrestara la policía, y allí que se fue.

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En el viaje de Calais a París, Richard volvió a oír a Osiris e intentó degollar a un pobre pasajero que iba con él y que -según decía la voz- era otro de los enemigos del dios. Por suerte, el hombre pudo zafarse y Dadd acabó arrestado por la policía francesa. Entre sus pertenencias encontraron una larga lista de personas que Richard debía asesinar para calmar a Osiris, entre las que se encontraban personalidades como el Papa (de nuevo) o el Emperador de Austria. Su propio padre aparecía encabezando la lista.

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Enseguida fue internado de por vida en el State Criminal Lunatic Asylum, donde dio por terminada su misión con el dios egipcio -que no su relación-, y se dedicó completamente a su oficio de pintor bajo la atenta supervisión del personal médico del sanatorio. Tenía 27 años. Allí comienza la ejecución de “El golpe maestro del leñador-duende”, una pintura relativamente pequeña (54 x 39 cms.) en la que estuvo trabajando durante nueve años sin interrupción.

richard dadd El golpe del leñador maestro
El golpe maestro del duende leñador (1855-1864): obra maestra de Richard Dadd que inspiró a Freddie Mercury la canción homónima de Queen. El leñador aparece rodeado de una comitiva abigarrada de personajes fantásticos, y alza su hacha para golpear… nada.
La obra es hoy una de las piezas maestras de la colección de la Tate Gallery (si vais a Londres, no dejéis de verla). Vemos el claro de un bosque, de floración desbordante y alucinada. Desperdigada por toda la superficie, vemos a una multitud de “gente pequeña”: duendes, hadas, trasgos de expresión burlona o lasciva. Todos observan expectantes hacia el centro de la escena. El tiempo parece detenido en un instante. En el centro, un leñador-duende, de espaldas a nosotros, sostiene su hacha a punto de dar el golpe. La tensión es absoluta pues es el segundo antes de la descarga y todos los personajes están pendientes de él. Sin embargo delante del leñador, en el sitio que será alcanzado por el golpe, hay… absolutamente nada. Si os apetece buscar sentido a este maremagnum de personajes mágicos, Richard Dadd dejó un poema explicando el cuadro. Podéis encontrarlo aquí.
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Richard Dadd continuó pintando hasta que murió en aquel manicomio. Al parecer se inspiraba en sus cuadernos de bocetos, que conservaba del Grand Tour y en su fuerte memoria visual para pintar paisajes, escenas de pesca, postales y escenas fantásticas.
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Otro de los famosos artistas afectados por desequilibrios mentales es Louis Wain, el pintor de los gatos, al que dediqué una entrada aquí. También el escultor Messerschmidt, que creía que monstruos y diablos montaban fiestas en su casa mientras él dormía. ¡Nos leemos en el siguiente post!
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Fuentes: 1, 2, 3,

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