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Richard Dadd y la maldición de Osiris

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«¿Qué cosa es la locura? Es la ilusión elevada a la segunda potencia» Decía Henry F. Amiel, el escritor suizo. Pues bien, hoy vamos a conocer a un artista de ésos que se ilusionaron demasiado: el pintor británico Richard Dadd (1817-1886).
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Este señor victoriano que paraliza con la mirada es prácticamente una celebridad en la pintura onírica, aunque no es muy conocido en España. Y es que en este nuestro país no triunfan demasiado los cuadros de haditas, duendes y elfos del bosque –a no ser que queramos ilustrar un powerpoint de frases motivadoras, en cuyo caso se presta-.  En fin, que es normal que destacase a pesar de no ser un prodigio, porque Richard Dadd estaba como una regadera.
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Nuestro loco pintor nació el 1 de agosto de 1817 en Chatham (Inglaterra), una villa del condado de Kent, en la respetada familia del boticario. Su padre, Robert Dadd, fue un distinguido químico famoso por haberse casado en dos ocasiones y haber engendrado nueve vástagos, cuatro de los cuales murieron como consecuencia de trastornos mentales de diversa índole. Todo muy terrible.
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De niño Richard Dadd empezó a mostrar talento para el dibujo, así que a los 20 años ingresó en la Royal Academy of Arts de Londres. Su carácter simpático, bondadoso y alegre le hizo destacar a ojos de sus tutores y compañeros, llegando a fundar un grupo de pintura prerrealista para investigar y plasmar temas fantásticos, sobre todo obras de Shakespeare. De esta etapa destacan sus obras «Puck» y «Titania durmiendo».
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Titania durmiendo: Richard Dadd representa un instante de Sueño de una noche de Verano (Shakespeare), donde Titania se duerme arrullada por las nanas de las hadas. Oberon, cuya figura está casi oculta entre las sombras de la cueva, prepara una poción mágica.

Pero quizá su cuadro más representativo de estos años de Academia fuera «Viene a estas arenas amarillas«, donde una espectral cabalgata de hadas baila en una playa a la luz de la luna:

artista loco richard Dadd Come unto These Yellow Sands 1842 mil historias del arte
«Venid a estas arenas amarillas y tomaos las manos; después de los saludos y los besos a las salvajes ondas, danzad alegremente aquí y allá. Dulces genios, llevad el estribillo, escuchad, escuchad.» (Shakespeare, «La tempestad»)

Hasta aquí todo era magnífico, incluso a pesar de que a Richard se le había subido un poquito el éxito a la cabeza y había empezado a obsesionarse con correr aventuras como las de los protagonistas de sus cuadros.

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Y en este punto empieza la historia. cuando el artista cumplió los 25 años, Sir Thomas Phillips (un ricachón de la zona), decidió hacer el gran viaje de su vida: el Grand Tour por Europa y Oriente Medio que estaba tan de moda. Sabiendo de las ansias de aventura del pintor y viendo la oportunidad de añadir nuevas obras a su colección de pintura, decidió llevárselo como dibujante para que le inmortalizase en lienzo los sitios que iban visitando, para fardar después ante sus colegas. Richard Dadd se apasionó con la idea, obviamente aceptó y salieron de Londres llenos de ilusión. Todo fue bien al principio. Atravesaron Grecia, Turquía, Palestina y Jerusalén, pero a Sir Thomas Pillips le apetecía continuar su viaje por el Nilo y descubrir los misterios de Egipto. ¡Y vaya si los descubrieron!

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Cierto día en El Cairo, el pintor y su mecenas se unieron a un grupo de hombres que j8EHdQc7kEpfMxkrvfMSTPkiestaban fumando opio en las famosas narguile o pipas de agua. Y se lió la cosa.

– ¡Vamos a probar, Richard! – seguro que dijo el aristócrata- ¡Vamos a probar y nos echamos unas risas!

El caso es que Richard Dadd, mientras fumaba, empezó a oír voces. Como al principio no entendía muy bien el lenguaje que oía se agarró a la pipa para fumar ininterrumpidamente durante 5 días con sus noches, a ver si entendía algo más. El asunto es que tanto opio acabó por ocasionarle trastornos en el cerebro. Resultado: empezó a charlar con el dios Osiris y a ponerse violento.  El dios egipcio, que según el mito murió desmembrado, le había hecho un encargo desde el más allá, a través del lenguaje de la pipa. Dadd tenía ahora una misión que cumplir.

En un principio pensaron que le había dado una insolación, que ya se le pasaría la tontería y se reirían de aquello. Continuaron el viaje pero el muchacho seguía erre que erre, que el dios Osiris hablaba en su oído porque le había elegido como emisario y que debía realizar una tarea sagrada. Total, que visto lo visto su jefe decidió volverse para Europa cagando leches. Eso sí, pasando antes por Italia y el Vaticano, y de paso Richard le retrataba La Santa Sede antes de ir a casa. Y si había suerte veían hasta al Papa.

.¡Pues suerte hubo! El Papa estaba en una de sus apariciones públicas cuando finalmente, en 1843, visitaron la Santa Sede. Pues a Dadd le dio el ataquito y empezó a farfullar que tenía que matar al Papa Leo XIII porque era un emisario de Seth (dios egipcio del Mal y las Tinieblas). Su compañero de viaje se cagó en los calzones, lo despidió y lo envió de regreso a Inglaterra.

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Cuando llegó a Reino Unido lo examinaron los médicos, que aconsejaron a su padre internarlo una temporadita en el manicomio, pero él se negó y se lo llevó a vivir al campo para que respirase aire fresco. Ya se sabe que los encantos de lo bucólico servían para sanar el alma, como se decía en la época. Pero no debió surtir mucho efecto porque ese mismo año Richard le pidió a su padre que le acompañase de excursión a Cobham, para poder hablar sobre sus problemas y desahogarse.

artista loco richard dadd hombre joven - 1853 - 50 x 60 cm.
Retrato de un hombre joven, 1853 (Richard Dadd)

.Después de cenar juntos en la posada, fueron a dar un paseo por el parque y aprovechando que estaba oscuro y no había nadie cerca, Richard saco un machete y lo asesinó. Después procedió a desmembrar su cuerpo -como en la mitología egipcia había hecho Seth-. Aparentemente, Osiris había vuelto a comunicarse con él y le había dicho que su padre era en realidad el diablo. También debió recomendarle que huyese inmediatamente a Francia para que no lo arrestara la policía, y allí que se fue.

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En el viaje de Calais a París, Richard volvió a oír a Osiris e intentó degollar a un pobre pasajero que iba con él y que -según decía la voz- era otro de los enemigos del dios. Por suerte, el hombre pudo zafarse y Dadd acabó arrestado por la policía francesa. Entre sus pertenencias encontraron una larga lista de personas que Richard debía asesinar para calmar a Osiris, entre las que se encontraban personalidades como el Papa (de nuevo) o el Emperador de Austria. Su propio padre aparecía encabezando la lista.

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Enseguida fue internado de por vida en el State Criminal Lunatic Asylum, donde dio por terminada su misión con el dios egipcio -que no su relación-, y se dedicó completamente a su oficio de pintor bajo la atenta supervisión del personal médico del sanatorio. Tenía 27 años. Allí comienza la ejecución de “El golpe maestro del leñador-duende”, una pintura relativamente pequeña (54 x 39 cms.) en la que estuvo trabajando durante nueve años sin interrupción.

richard dadd El golpe del leñador maestro
El golpe maestro del duende leñador (1855-1864): obra maestra de Richard Dadd que inspiró a Freddie Mercury la canción homónima de Queen. El leñador aparece rodeado de una comitiva abigarrada de personajes fantásticos, y alza su hacha para golpear… nada.
La obra es hoy una de las piezas maestras de la colección de la Tate Gallery (si vais a Londres, no dejéis de verla). Vemos el claro de un bosque, de floración desbordante y alucinada. Desperdigada por toda la superficie, vemos a una multitud de “gente pequeña”: duendes, hadas, trasgos de expresión burlona o lasciva. Todos observan expectantes hacia el centro de la escena. El tiempo parece detenido en un instante. En el centro, un leñador-duende, de espaldas a nosotros, sostiene su hacha a punto de dar el golpe. La tensión es absoluta pues es el segundo antes de la descarga y todos los personajes están pendientes de él. Sin embargo delante del leñador, en el sitio que será alcanzado por el golpe, hay… absolutamente nada. Si os apetece buscar sentido a este maremagnum de personajes mágicos, Richard Dadd dejó un poema explicando el cuadro. Podéis encontrarlo aquí.
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Richard Dadd continuó pintando hasta que murió en aquel manicomio. Al parecer se inspiraba en sus cuadernos de bocetos, que conservaba del Grand Tour y en su fuerte memoria visual para pintar paisajes, escenas de pesca, postales y escenas fantásticas.
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Otro de los famosos artistas afectados por desequilibrios mentales es Louis Wain, el pintor de los gatos, al que dediqué una entrada aquí. También el escultor Messerschmidt, que creía que monstruos y diablos montaban fiestas en su casa mientras él dormía. ¡Nos leemos en el siguiente post!
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Fuentes: 1, 2, 3,

El sexto sentido de Rafael

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Rafael de Sanzio, el archi-famoso artista del Alto Renacimiento, destaca tanto por sus pinturas como por su forma de crear arquitectura, pero no únicamente por esto. Gozó de la admiración de sus contemporáneos, aunque su influencia en el desarrollo del arte en su siglo fue menor que la de Miguel Ángel. En una época dominada por el fanatismo, la religión y la superstición, Rafael se atrevió a representar las extrañas creencias populares en los cuadros que pintaba para la Iglesia -e incluso para el propio Papa-.
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Los seis dedos de Rafael

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¿Sabías que Rafael pintaba a personajes con seis dedos en sus cuadros? Si nos fijamos en esta obra, la Madonna de San Sixto, podemos verlo. El papa Sixto IV aparece representado con seis dedos en su mano derecha. En la vida real Sixto IV no tenía seis dedos, sino cinco como la inmensa mayoría de los mortales. ¿Por qué pintó así sus manos, aún a riesgo de un enfado del Clero?
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En aquella época, nacer con la mutación genética que produce un dedo de más era sinónimo, en el ideario popular, de poseer un superpoder o un ‘sexto sentido’ relacionado con ver el futuro y la capacidad de profetizar. El número 6 juega un importante papel en este cuadro
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Sixto, del latín, significa seis. Y si contamos las figuras (San Sixto, Santa Bárbara, la Virgen, el niño y los dos querubines) también obtenemos el número seis. ¿Curioso, no?
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Santa Bárbara y los dos ángeles (en la parte inferior del lienzo) simbolizan la ceremonia del funeral. El lienzo estuvo en el convento de San Sixto en Piacenza, para posteriormente ser donado por los monjes a Augusto III de Polonia. Desde 1754 se encuentra en la Gemäldegalerie Alte Meister de Dresde (Alemania). Tras la Segunda Guerra Mundial fue trasladado a Moscú, pero posteriormente fue devuelto a Dresde.
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Rafael, los desposorios de la virgenNo fue el único cuadro en el que Rafael decidió añadir un dedo de más a un personaje. En el cuadro de Los Desposarios (1504) uno de los pies cuenta con seis deditos bien majos. Esta pintura representa la ceremonia de matrimonio de La Virgen, que pone la mano en su vientre como símbolo de fecundidad. Frente a ella, José está a punto de ponerle la alianza en sus dedos, y su pie adelantado muestra la mutación genética que venimos comentando.
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Así representa a San José. Y esto es así porque la historia cuenta que en sueños se le apareció un ángel para pedirle que no despreciara a la Virgen María por estar embarazada. Y es que él quería abandonarla en secreto para no difamarla por haber quedado encinta antes del matrimonio.
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Como vemos, Rafael sentía bastante fascinación por aquellas personas especiales que nacían con 6 dedos, y los ponía en aquellos personajes que habían tenido una vida relacionada con la profecía y las visiones místicas que se les atribuyen a los sueños.
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Por cierto, ¿sabíais que Rafael nació en Viernes Santo y falleció en esa misma festividad? Murió justo el día que cumplió 37 años. Al menos, eso se cree.

10 cosas que tienes que saber sobre Van Gogh

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1. Vincent Van Gogh nació el 30 de Marzo de 1853 en Holanda. Le llamaron así por su abuelo y por su hermano… que murió todavía siendo un bebé un año antes de que Van Gogh naciera.

van-gogh2. Van Gogh tenía 27 años cuando pintó su primer cuadro.

curiosidades van gogh3. Cuando Van Gogh empezó a pintar, usaba campesinos como modelo. Después pintaría flores, paisajes y a sí mismo… ante todo porque era demasiado pobre como para pagar a nadie que posara para él.

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4. Van Gogh sufría de epilepsia del lóbulo temporal, una enfermedad neurológica crónica caracterizada por convulsiones recurrentes y sin causa aparente. 

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5. En un corto periodo de 10 años, Van Gogh pintó aproximadamente 900 cuadros.

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6. Durante uno de sus brotes, Van Gogh atacó a su amigo Paul Gauguin con una navaja. Esto dio como resultado que Vincent se cortara su propia oreja -pero no entera, como todos piensan.

vincent-van-gogh-77. Van Gogh creó su obra más famosa, «La noche estrellada», cuando estaba ingresado en una residencia en Saint-Rémy-de-Provence, Francia. 

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8. Van Gogh representaba visualmente las ‘turbulencias’ en sus cuadros durante un momento particularmente caótico de su vida. çE un principio matemático increíblemente complejo y aún sin resolver. 

vincent-van-gogh-99. Vincent se pegó un tiro en un campo de trigo de Auvers, Francia, pero no murió hasta dos días más tarde -a la edad de 37 años-. Su hermano Theo, a su lado cuando murió, dijo que sus últimas palabras fueron «La tristesse durera toujours«, que significa «la tristeza durará para siempre«.

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10. Vincent Van Gogh sólo vendió un cuadro durante toda su vida. Se convirtió en un pintor famoso después de su muerte.

Sacado de:

¡Os aconsejo que lo veáis entero! 🙂

Margaret Keane, el nombre tras el hombre

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Cartel película Tim Burton, big eyesHace varios días vi una de las últimas películas de Tim Burton (que, dicho sea de paso, se ha convertido en una sombra descafeinada del genio que fue). El filme era «Big Eyes«, drama basado en la agitada vida real de  Margaret Keane (interpretada por Amy Adams), y su relación tanto con su ‘adorable’ marido Walter (Christoph Waltz) como con el arte.

Tim Burton conoció la historia real de Margaret y Walter Keane al rededor de 1995, aunque desde su niñez ya había estado rodeado de reproducciones de sus cuadros en casa. Tim Burton sintió fascinación por Margaret cuando se encontró con ella: reservada y muy callada, una de las personas más tímidas que había visto en toda su vida. Ciudadanos de todo el mundo tenían sus obras en el dormitorio, en los salones o pasillos… sus obras se convirtieron en un símbolo cultural de aquellos años a escala planetaria. Sólo que nadie conocía la historia auténtica.

Como todo el mundo, Burton pensó toda su vida que Walter Keane era el verdadero autor, el artista, el visionario kitsch. Sin embargo, aquel matrimonio escondía un perturbador secreto. Como sabemos, cuando una mujer se casa, adopta en muchos países el apellido de su marido (como si fuera una pertenencia más)… y a éste le es muy sencillo apropiarse de los logros de su esposa. ¿Para eso es «de su propiedad«, verdad?

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La pintora de los Ojos Grandes

Aunque personalmente no considero el estilo de Keane digno de ser llamado «ARTE» con mayúsculas, por sus rudimentarios trazos y sus muchos defectos que no criticaré, no seré yo quien le reste ningún mérito a lo que logró esta mujer en la retrógrada California de los años 60. Cualquier obra de Margaret Keane es absolutamente reconocible: los ojos grandes y tristes de cada niño que dibujaba la delatan a ella y a su estilo. Y es que pintaba a los niños como si fueran salidos de una perturbadora película de terror a todo color y para todos los públicos. A la vez que nos transmite la inocencia de los pequeños, también nos asustan un poco las mirada. Una mirada que ha creado escuela.margaret-keane-walter-matrimonio

Margaret Keane dibujaba desde niña, pero nunca cultivó su estilo ni acudió a ninguna academia. De pequeña era conocida en la iglesia local por sus bocetos de ángeles con grandes ojos. De su primer matrimonio tuvo a su hija Jane, con la que huyó años después para empezar una nueva vida. Y sí, la encontró.

En 1955 se casó con Walter Keane, que en cuanto la conoció decidió que el talento de la inocente, desesperada y tímida chica podría hacerle ganar dinero. Walter dejó su trabajo en una inmobiliaria para dedicarse a vender las pinturas de Margaret. Sin embargo, previendo la fortuna que podía ganar, Walter se autoproclamó públicamente autor de los cuadros que pintaba su mujer y los vendía como suyos… a pesar de que él no sabía ni coger el maldito pincel. «Lo mío es tuyo y lo tuyo es mío«, le decía. Con su labia y su olfato comercial, consiguió venderlos de forma masiva en grandes almacenes, libros de cómic y revistas. Los cuadros se convirtieron en las obras de arte más populares de la época. Y es que Walter era «un genio del marketing y la promoción«, tal , pero cruel, enloquecido y despótico como ninguno. Una mala persona. Preocupada por lo que podría pasarle a ella y a su hija si abandonaban a su esposo, Margaret decidió participar en el embuste.

La timidez patológica de Margaret hizo que durante 12 años el público creyera que los cuadros los pintaba su marido. Su nombre era totalmente anónimo, y su marido la tenía encerrada bajo amenazas de muerte para que no saliera de su estudio ni nadie sospechara que era su esposa quien pintaba. Aquél hombre la alejó a su hija, le prohibió ver a sus amigas… Margaret estaba cada vez más sola y la moral de la época le decía que así debía permanecer.

Mientras Walter se daba al alcohol y a las mujeres, Margaret pasaba hasta 16 horas al día encerrada en su estudio pintando. Durante algo más de una década se convirtió, literalmente, en prisionera de su éxito.

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Dejar de ser invisible

Tras diez años de matrimonio, en 1965 la pareja se divorció. Cuando decidió enfrentar la situación en la que se hallaba sumergida, reunió el valor para decir a Walter que quería el divorcio. En la película vemos una tensa escena en la que Walter Keane tiene un ataque de ira, e intenta quemar el estudio de la pintora con ella y su hija refugiadas dentro. Afortunadamente lograron huir y se refugiaron en Hawái. Tras diez años de matrimonio, en 1965 la pareja se divorció.

En 1970, cuando sus cuadros ya habían pasado de moda, decidió que no iba a mentir más cuando le preguntaran sobre su autoría y le contó toda la verdad a un periodista de la agencia UPI. Se hizo testigo de Jehová, pues el único refugio que le quedaba era la religión… además de la pintura.

Su exmarido contratacó asegurando que su esposa era una mujer infiel y una mentirosa compulsiva. Ella lo retó a que ambos pintaran en público uno de los cuadros para demostrar quién era realmente el autor, pero él se negó. ¡Obvio! Si no sabía ni distinguir el color azul del rojo. Walter Keane huyó a Europa mientras amainaba la tormenta. Pero todavía se atrevió a asegurar desde el otro lado del Atlántico que su esposa se había atribuido la autoría de las pinturas porque pensaba que él había fallecido. Fue la gota que colmó el vaso y enfureció a Margaret.

Margaret demandó a Walter por difamación y, tras un juicio que duró varias semanas, el juez les pidió a ambos que hicieran en la sala uno de los retratos. Ella pintó a un niño de enormes ojos tristes en apenas 53 minutos. Él se negó a hacerlo alegando que le dolía un hombro.

El juez acabó concediendo a Margaret una indemnización de 4 millones de dólares, que Walter nunca llegó a pagar ya que había dilapidado en bebida, prostitutas y artículos de lujo toda la fortuna que había amasado con los cuadros de su ex-esposa.

“Por supuesto, jamás vi ni un céntimo, pero yo no aspiraba a eso. Tan solo quería que el mundo supiera que esos eran mis cuadros” – Margaret Keane

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¿El legado de cuántas mujeres en toda la historia habrá sido expoliado como el de Margaret Keane? ¿Cuántas veces tras un nombre masculino se esconde el trabajo de una mujer? Me temo que eso no podremos saberlo nunca.

Matrimonio a la moda (II): del dinero y otros demonios

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¡Hola de nuevo!
Antes que nada quiero excusarme por tardar tanto en actualizar últimamente. La verdad es que apenas tengo tiempo para hacer nada pues estoy tan liada con mis prácticas, estudiando el máster, yendo a clase, empezando a escribir una novela e ilustrando un libro de cuentos que apenas tengo tiempo de vivir en el mundo real… ¡Así que imaginad en el 2.0!  Además… me resisto a actualizar simplemente con una imagen o una frase moñas. Por eso os pido perdón a los lectores, que me alegráis el día con vuestros comentarios acerca de lo que escribo, porque estos dos últimos meses tardo más tiempo en subir nuevas historias. Eso no significa que el blog vaya a quedar abandonado… ¡ni mucho menos! Solamente que hasta junio estaré peleando por cada hora libre, y tanta faena me descoloca.

¡Casi me olvido! Os invito a que os paséis por mi twitter porque estoy haciendo un esfuerzo en un proyecto personal, en el que descubro nuevos artistas que me han impactado, emocionado o interesado… y los comparto. Empecé con creadores como Dino Valls, Nanda Correa o Audrey Kawasaki, pero cada vez encuentro más y más talentos maravillosos navegando por la web que me inspiran para el resto del día. ¿Cuáles os inspiran a vosotros?

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En la anterior entrada comentábamos los tres primeros cuadros de la serie ‘Matrimonio a la moda‘ de Hogarth. ¡No leáis esta entrada sin haber leído la anterior, que os llevaréis a casa un spoiler calentito!

4. El despertar de la condesa

about 1743¿Qué podemos ver en este cuarto cuadro? Bueno, parece una fiesta de sociedad o algo así, ¿verdad? Este acto social se llamaba ‘le toilette’ y consistía en recibir a a amigos íntimos y familiares en tu dormitorio mientras los criados te arreglaban, te cepillaban el pelo y te quitaban las legañas. Las damas eran peinadas, maquilladas y engalanadas con lujosos complementos, y acudir a una de estas citas de aseo presuponía una cercanía y una confianza que no todos podían disfrutar, por lo que se consideraba un signo de distinción. En este cuadro, los invitados beben chocolate y disfrutan de la música de un flautista y un cantante castrati, que disimula su pérdida con ropa lujosa y tiene loquita a la dama pelirroja. 
4.la condesa y el abogado

Yendo al grano, en esta pintura vemos a la protagonista del cuadro: la mujer castaña vestida de amarillo y blanco es la esposa de nuestro querido pederasta putero. Vemos que es a ella a la que están peinando, así que esta es su habitación. Si nos fijamos en el respaldo de su silla, vemos que cuelga de ella un sonajero de época, que nos confirma que ya ha sido madre.
Y parece estar muy a gustito ni más ni menos que con… ¡El abogado del primer cuadro! Esto es un culebrón. Por su forma de sentarse evidencia una superioridad con respecto al resto de invitados, pues está casi rozando a la condesa. Sí, habéis adivinado, al final se lo echó de amante. Le está enseñando las dos entradas que ha comprado para un baile de máscaras, para ir juntos ocultados tras el disfraz sin que nadie los reconozca. 

¿Más pistas en el cuadro de que la condesa y el abogado Lengua de Plata están liados? Bueno, podéis observar los cuadros que decoran el dormitorio, que muestran escenas mitológicas de Zeus en forma de águila a punto de frungirse a una mortal, y otras pinturas de temática erótica4.cuernos

Pero la mejor de todas las pistas es la del niño pequeño con turbante hindú que se parte de risa con las antigüedades que la condesa tiene por casa (y que parece haber adquirido en una subasta porque todavía tienen el precio puesto). Entre ellas destaca una muy especial, un hombre con cabeza de ciervo y, obviamente, los cuernos. Cuernos que evidentemente hacen referencia a los que tiene el marido.

Vamos, que ella tampoco ha perdido el viaje. Aunque la hayan casado con un hombre que no ama, que está enfermo de sífilis por juntarse con prostitutas, que ha seducido a una pre-adolescente para acostarse con él y la ha contagiado de venéreas. El papel del sonajero podría hacer referencia a que, en aquella época, tener hijos era obligación de la mujer (como si fuéramos yeguas de cría). Ahora que la protagonista ya ha cumplido su papel, se puede permitir estar con otros hombres a espaldas de la sociedad. ¿O quizá el hijo que han tenido es del amante? Intrigas, intrigas…

5. El asesinato del conde

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Sabíamos que esta historia no podía acabar bien. ¿Qué pasa aquí? Pues que el conde ha pillado a la condesa en el ajo con el amante, y ella se arrodilla para pedirle que la perdone… Pero ya es demasiado tarde. Vemos cómo el abogado Lengua de Plata se escapa vilmente por la ventana, con el culo casi al aire por debajo del camisón. En el suelo, entre mantas desordenadas, podemos ver las máscaras del baile al que la había invitado. Por la puerta entra una marabunta de personas que parecen estar preguntándose «¿a quién tenemos que pegar
5.asesinato

Obviamente el conde, viendo insultado su honor al descubrir a su mujer en la cama con otro (menuda ironía…) se ha envalentonado y ha sacado la espada… pero el amante ha sido más rápido y de una estocada se lo ha cargado antes de huir. Todavía podemos ver la espada ropera de Lengua de Plata manchada de sangre hasta la mitad de la hoja, así que lo ha atravesado de parte a parte perforándole el pulmón.

Vemos al conde el instante antes de morir, desplomándose sobre una mesa y exhalando su último aliento, con la piel cadavérica y las rodillas que no lo sostienen. Cae hacia atrás lentamente, y ha soltado su arma.

A mí me llama la atención también el cuadro que aparece tras ellos, una mujer pechugona y descarada con algo que parecen símbolos fálicos en las manos… pero tras la pared hay pintadas unas piernas, como si el cuadro estuviera ocultando algo, otra figura masculina. No he podido encontrar qué significa, pero se me ha ocurrido que representa a una prostituta, que es cómo va a ver la sociedad a partir de ahora a nuestra protagonista. Simboliza la pérdida del honor y la imagen que tendrán a partir de ahora la corte y la aristocracia de la condesa díscola.

6. La muerte de la condesa

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Y por fin llegamos a la última pintura de esta serie de Hogarth, en la que vemos una escena triste. La viuda se ha suicidado con veneno, pues su amante ha sido condenado a muerte y ejecutado en la horca, de lo que ella acaba de enterarse mientras desayunaba (vemos que está la mesa puesta, y el mantel manchado como si la mujer hubiera dejado caer el cuchillo con mantequilla de la impresión) por el diario que encontramos tirado en el suelo junto al frasco de veneno. Dos cotillas (los hombres de la derecha) señalan la noticia y comentan por lo bajini la escena dándose codazos, dando a entender que todo Londres se ha enterado del escándalo. Casi podemos oírlos chismorrear. 6.muerte de la condesa

En torno al sillón donde yace el cadáver de nuestra protagonista vemos a la hija del matrimonio intentando abrazar a su madre muerta, y siendo apartada con asco por la vieja niñera. Este efecto dramático se intensifica al comprobar que la pequeña no sobrevivirá: en su rostro destaca la mancha de sífilis, herencia del padre. Además, si nos fijamos en sus piececitos, vemos que tiene las piernas deformes y para que pueda aprender a andar le han puesto hierros. En el Londres de 1740 solamente el 25% de los niños llegaban a la edad adulta… y esta niña no lo hará.

El padre de la protagonista, con cara de tristeza y hastío, le quita el caro anillo de compromiso del dedo para quedárselo él. De nuevo demuestra que se preocupa más por el dinero y la posición social que por quienes le rodean (como al casar a su hija con un desconocido sin preocuparse por los sentimientos de ellos). Hogarth denuncia de nuevo que la mujer era simplemente un instrumento para alcanzar posición social y riqueza.

En mitad de la confusión, un perro famélico se abalanza sobre la comida que hay encima de la mesa, aprovechando los últimos despojos de la tragedia.  

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Las series de Hogarth son las predecesoras del cómic tal como lo conocemos, y destacan por ser creadas por el primer pintor de Inglaterra sin una formación clásica y académica. Se interesaba por la sociedad de su tiempo más que por los temas de la antigüedad que estaban tan de moda en la época. Para crear estos cuadros satíricos se basaba en la cultura general de sus clientes, sus gustos y sus prejuicios, y los plasmaba en lienzos para que el público viera reflejado su estilo hipócrita de vida.

Obviamente, a William Hogarth le costó mucho trabajo vender estos seis cuadros, y se ganó el odio de las clases altas de Londres.